sábado, 4 de mayo de 2024

Todo se trata de romper.


Todo se trata de romper.

Hasta cuando armas algo se trata de romper.

Yo, al menos, lo veo bastante claro, aunque me cueste explicarlo un poco más.

¿Ustedes se dan cuenta?

No se los pregunto sintiéndome superior ni nada de eso, sino porque antaño tampoco lo percibía.

De hecho, probablemente pensaba que había algo valioso en cuidar ciertas cosas para que no se rompieran.

¡Qué absurdo…!

Si hasta cuidándolas las rompías.

¡Sobre todo cuidándolas, las rompías!

Es algo que aprendes con el tiempo.

Algo que aprendes y que queda de pronto como una máxima:

La quietud es lo que rompe las cosas.

Y las rompe porque esa supuesta quietud las lleva a friccionar el mundo.

A sujetarse a sí mismas.

A tensarse hasta el quiebre.

Y es que todo se trata de romper, como decía en un inicio.

Todo se trata de aquello, aunque no quieras.

Analizas, rompiendo.

Respiras, rompiendo.

Avanzas, rompiendo.

No puedes evitar hacerlo porque existimos de esa forma.

Y si bien no existir es dejar de romper, no hay razón alguna, tampoco, para hacerlo.

Y es que, como podrás darte cuenta, no se trata acá de sentir culpa o satisfacción por romper o dejar de hacerlo.

Nada está hecho, después de todo, para que quede intacto.

Todo se trata de romper.

Siempre se trata de romper.

Rompemos al amar.

Rompemos al mentir.

Y rompemos también al decir que amamos.

Ustedes… ¿se dan cuenta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales