domingo, 12 de mayo de 2024

Alcantarillas.


Alcantarillas

Ni siquiera alcantarillas.

Para caer hoy en día ni siquiera hay alcantarillas.

Inconscientemente las busqué por años y estos últimos meses de forma consciente.

De igual manera no las hay.

De pequeño, en cambio, caía en ellas de forma recurrente.

Sin proponérmelo, daba con ellas y caía sin más.

Sin querer caer, me refiero, pero igualmente cayendo.

Una de esas veces, por cierto, resultó ser grave y tuvieron que rescatarme los bomberos.

Debieron romper el suelo incluso, para retirarme en camilla.

Salí en tv y un abogado famoso nos contactó -a mí y a mi familia-, para demandar al municipio.

Luego todo quedó en nada y hasta volví a caer en ellas un par de veces más.

Aparte de un par de conmociones cerebrales, un lavado de estómago y otras contusiones menores, aquellas caídas no me trajeron mayores problemas.

Con todo, se trataba de situaciones angustiosas, que nunca intenté forzar.

Debo admitir, sin embargo, que la sensación de limpiarme luego de caer en las alcantarillas era una sensación sublime.

Y es que uno pasaba a ser consciente de su limpieza, y hasta podría decirse que uno se sentía listo como para poder recomenzar.

Ahora, sin embargo, ya no hay alcantarillas.

O no se ven sus entradas, al menos.

Es como otro de esos reinos que creímos que existían bajo tierra y de los que hoy nadie quiere hablar.

Para caer, por lo tanto, ya no existen lugares adecuados.

No para verdaderas caídas, al menos.

Cualquiera, sin duda, lo puede constatar.

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