miércoles, 15 de mayo de 2024

Me dijo que se lo explicara.


Me dijo que se lo explicara y yo se lo expliqué.

De eso incluso podría encontrar testigos.

Estábamos en un grupo grande, después de todo, cuando ella pareció molestarse conmigo.

Creo que fue a partir de una discusión sobre un cineasta rumano.

Una estupidez, por supuesto, pero ella pareció tomárselo en serio.

No lo recuerdo muy bien, pero ella siempre solía acusarme de que utilizaba cualquier medio para atacarla a ella.

Para cuestionar su forma de ser y de actuar, o alguna de esas cosas.

Yo no sentía que fuese así, por supuesto, así que me defendía de sus acusaciones.

Y claro, ella pedía que le explicara cómo funcionaba mi discurso, hacia dónde apuntaba si no era hacia ella y su forma de ser y etcétera.

Fue entonces que yo intenté explicárselo y, si bien lo hice, descubrí que ni yo mismo comprendía muy bien ese funcionamiento.

Por lo mismo, debía aceptar la posibilidad de que ella tuviese razón en esa discusión.

O no podía descartarlo, al menos.

Como eso me impresionó, recuerdo que guardé silencio por largo tiempo.

Después de todo, pensé, debía aclarar hacia dónde me dirigía realmente, cuando discutía con ella.

Ella, en tanto, en vez de celebrar haber tenido razón parecía estar un poco más triste.

Y su enojo desapareció del todo.

Los otros, para salvar la situación, redirigieron la conversación hacia otros temas.

No recuerdo cuáles, pero estoy seguro que no volvieron a hablar del cineasta rumano.

Yo tampoco, por cierto, y ella todavía menos.

Un día, probablemente, lo volvamos a hablar.

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