sábado, 25 de mayo de 2024

Una pelea de perros.


I.

Me metí a separar una pelea de perros.

No resultó ser tan difícil como decían.

Es cierto que no eran perros muy grandes, pero igualmente eran de cuidado.

Gruñían y mordían sin fijarse en nada de su entorno.

Fue entonces que me interpuse entre ellos y tras forcejear un poco logré separarlos.

Uno de ellos -no sabría decir cuál-, me hizo una herida en una mano.

Nada serio, en todo caso.

Una herida superficial, como dicen.


II.

Tras separarlos, los dos perros se quedaron junto a mí, muy quietos.

Sentados uno a cada lado.

Los dos tenían correa, pero no se veía a nadie cerca como para buscar a sus dueños.

Las correas eran distintas, por supuesto, pero igualmente ambas carecían de dirección o alguna información de contacto.

Solo decían el nombre del perro.

Extrañamente ambos, descubrí compartían el mismo nombre.



III.

Todo lo anterior ocurrió en un parque, por cierto.

No acostumbraba ir ahí, pues casi siempre estaba vacío y se decía que era peligroso.

De hecho, luego de separar a los perros, me quedé varios minutos ahí, sin que llegase absolutamente nadie.

Por lo mismo, sin saber bien qué hacer, decidí regresar a casa.

Los perros, ya tranquilos, comenzaron a seguirme, como si hubiesen sido mis perros.

Así, llegaron hasta fuera de mi casa, donde se quedaron echados, cuando yo entré.

Si los ignoro, van a terminar por irse, me dije.

Poco después salí a darles algo de comida, pero ya no estaban.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales