viernes, 10 de mayo de 2024

El rey desea hablar con el duque.


Estoy en mi cuarto. Afuera llueve. Vivo en un departamento que arrendamos a medias con un amigo.

Entonces se abre la puerta principal. De golpe. Como si alguien la hubiese derribado después de patearla. Yo salgo a ver y me encuentro con un hombre alto, vestido de negro. Se encuentra mojado por la lluvia y parece agitado.

Esto ocurre hace 15 o 20 años.

-El rey desea hablar con el duque -dice el hombre, en cuanto me ve.

Yo no respondo.

El hombre me mira sin dar un paso más. No parece que vaya a atacarme, solo parece querer entregar un mensaje.

-El rey desea hablar con el duque -repite.

-Ya -digo yo.

Como el hombre no se va y no sé qué más hacer, me animo a preguntar.

-¿Dónde está el rey? -digo.

-Antes, bajo la tormenta -dice el hombre-. Ahora desea hablar con el duque. Y está donde debe estar un rey.

-De acuerdo -le digo-. Puede retirarse.

-¿Informo al rey que irá el duque? -pregunta.

Yo asiento.

Él se va.

Me acerco a ver la puerta y me tranquilizo al ver que no está rota.

Al menos cierra bien y no parece dañada.

Tras esto, me acerco a la ventana para ver nuevamente al hombre, que se encuentra bajo el edificio, bajo la lluvia, observando en mi dirección.

Tal vez deba ir, me digo.

No soy duque, por supuesto, pero probablemente deba ir.

Lo pienso un par de minutos y entonces me decido.

Luego, mientras busco un paraguas suena el teléfono.

Contesto.

-Recuerda que debemos decir lo que sentimos -dice alguien-. No lo que debemos decir.

Tras decir esto, cuelgan.

Y entonces yo, me detuve a repasar aquellas palabras.

Por último, como no sentía nada, decidí que era mejor quedarme en silencio.

Adentro, digamos, y en silencio.

Toda esa noche, recuerdo, no paró de llover.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales