miércoles, 8 de mayo de 2024

Recuerdos incorrectos.


-Recuerdos incorrectos -dice R.-. O recuerdos no correctos, si quieres. Eso es lo que tengo. O lo que sufro más bien. Y no es que sean incorrectos en el sentido de que resulten censurables o me avergüencen de alguna forma, sino que son incorrectos porque no son, en principio, recuerdos reales. Ni siquiera de sueños. Ni siquiera imposibles. Simplemente recuerdos incorrectos. Así, tal como suena: Recuerdos incorrectos.

-¿Recuerdos falsos, entonces? -le digo.

-Si quieres puedes llamarlos falsos -continúa R.-. A mí me da lo mismo, en el fondo. A lo que voy es que no me explico por qué los tengo... De dónde surgen … Por qué me pasa esto a mí y no a otros…

-¿Podrías darme un ejemplo? -pregunto.

-Puedo, pero no sé si basta para entenderlo -me dice-. Imagina una conversación breve, si quieres, una conversación breve en la que yo me quejo justamente por la existencia de estos recuerdos incorrectos… una conversación que en el fondo soy apenas soy yo quejándome y tú lanzando de vez en cuando alguna pregunta para intentar entender…

-¿Alguna pregunta?

-Sí, una pregunta… un poco retórica en ocasiones, o buscando que yo aclare algún punto… Ya sabes, para entender mejor.

-¿Y para qué se supone que quiero yo entender?

-Pues no sé -dice R.-, tal vez ni siquiera quieras eso y lo que haces es simplemente colaborar para que de alguna forma el recuerdo deje de ser incorrecto…

-¿Y por qué querría yo hacer eso?

-Pues eso tampoco lo sé -admite R.-. Pero estoy seguro que eso haces de vez en cuando. Finges que no, pero eso haces. Juegas al círculo, pero en realidad no es círculo…

-Probablemente te equivocas -lo interrumpo.

-Probablemente -admite-. ¿Ya te dije que tengo recuerdos incorrectos, cierto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales