miércoles, 29 de mayo de 2024

Cuando fui a pagar.


“El juicio, la valoración, la pretensión,
no son experiencias vacías que la conciencia tiene,
sino experiencias compuestas de una corriente intencional”
Husserl


Cuando fui a pagar descubrí que era mía.

Antes simplemente la vi rodar y pensé que era de otro.

Hablo de una moneda, por supuesto, que cayó al piso a unos metros de mí y que yo pensé se le había caído a otra persona.

De hecho, me pareció despectiva la forma en que esa persona miró la moneda en el piso, sin agacharse de inmediato a recogerla.

Es cierto que lo hizo, poco después, pero me pareció que lo hacía con desprecio.

Como si la moneda no valiese demasiado y la persona dudara si requería el esfuerzo de agacharse.

Todo esto ocurrió en una panadería, por cierto.

La moneda no era de mucho valor, pero con ella me alcanzaba justo para terminar de pagar el pan.

Fue entonces que, mientras buscaba la moneda en mi bolsillo, descubrí que no estaba y que, por lo tanto, la moneda que había caído había sido la mía.

-Disculpe -le dije entonces a la persona que la había recogido-, la moneda que usted recogió hace unos minutos era mía.

La persona me miró, desconfiada, como buscando algo desagradable que decirme.

Finalmente lo encontró.

-Yo recogí una moneda que usted vio y no recogió- me dijo-. Ante su desprecio la recogí y ahora es mía.

-Yo no la desprecié -alegué-, de hecho, fue usted quien la miró con desprecio antes de recogerla.

Como nuestra conversación parecía convertirse en discusión, la cajera del lugar nos interrumpió y me dijo que podía quedar debiendo la diferencia y pasar a pagar después.

-¿Después cuándo? -pregunté.

-Después… -contestó-, cuando pueda o considere que sea justo.

Yo asentí y me llevé el pan, sin volver a mirar a la persona que había recogido la moneda.

Minutos después, entrando a mi casa, descubrí en el suelo una moneda del mismo valor que la que se me había caído.

Pensé en recogerla, pero no lo hice.

Tampoco he vuelto, desde entonces, a esa panadería.

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