miércoles, 22 de mayo de 2024

La otra noche soñé algo muy largo.


I.

La otra noche soñé algo muy largo.

Una historia en la que pasaban un gran número de cosas que ya olvidé.

Lo que sí recuerdo es que al final del sueño, un tipo alto y muy bien vestido se acercaba hasta mí y me entregaba algo así como un cheque.

-Aquí tiene diez mil dólares por las molestias -me decía-. Cómprese algo bonito.

Justo entonces, desperté.


II.

No desperté con el dinero en mis manos, es cierto, pero poco después, ese mismo día, recibí la oferta de un préstamo por exactamente la suma de diez mil dólares.

Era un hecho singular, sin duda, en parte por la exactitud de la cifra y también porque hasta ese entonces los préstamos siempre me los habían ofrecido en pesos, no en dólares ni otra moneda extranjera.

Esto es una señal, me dije entonces. Y acepté.

Esa misma tarde firmé unos papeles y recibí en efectivo los diez mil dólares.

Ahora solo faltaba comprarme algo bonito.


III.

No me presenté al trabajo al día siguiente y, en cambio, salí a comprarme algo bonito.

No tenía nada en mente, pero confiaba en que algo aparecería.

Algo bonito, por supuesto.

Recuerdo que ese día recorrí tiendas de distinto tipo, sin detenerme hasta que se hizo de noche.

Puedo jurarlo: no encontré algo bonito.

O nada me lo pareció, al menos.

Tres días después terminé devolviendo el préstamo, pagando un mínimo de intereses.

Nadie me preguntó razones, por cierto, ni cuando solicité el dinero ni cuando lo devolví.

Tal vez me hubiese servido darlas.

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