domingo, 19 de mayo de 2024

Cacareos sin gallinas.


No fui el único. Ante todo aclaro eso, para que no me miren extraño. De hecho, a todos los que les pregunté, sin excepciones, confirmaron haber escuchado cacareos esos días. Lo que no llegamos a coincidir (puedo admitirlo, no hay problema) es desde dónde venían. Yo, por ejemplo, siempre pensé que era desde un piso más arriba, pero lo cierto es que era difícil localizarlo. Así, cuando hablamos del asunto nadie lograba ponerse de acuerdo. Tomaron acta, es cierto, pero ni el administrador (que vivía en el último piso donde no se escuchaba nada) ni los conserjes a quienes preguntamos, tomaron demasiado en serio la acusación y no hubo, finalmente, investigación al respecto. Por mi parte, como era amigo de uno de los conserjes (o al menos así lo consideraba en ese entonces), insistí para que me entregase algún nombre… un sospechoso o sospechosa al menos. Tras insistir varios días, sin embargo, el conserje me dio a entender que olvidara a aquel asunto. Según él (aunque no le creí, por supuesto), había varios en el edificio que se burlaban de mí y que probablemente hasta ponían audios de cacareos para que yo insistiese con aquello.

-¿Quiere decir que no hay cacareos? -le pregunté entonces.

-Hay cacareos -me contestó-, pero no hay gallinas.

Me asustó su respuesta y su falta de lógica (después de todo es el responsable de autorizar o no a quienes ingresan al edificio), y hasta pensé en hablar con el administrador para que lo apoyáramos de alguna forma.

No obstante, tras sopesarlo, decidí no hacerlo, para no poner en riesgo su trabajo.

Respecto a los cacareos (y respecto a las gallinas, por supuesto), debo reconocer que desaparecieron al poco tiempo. O al menos cesaron los ruidos. Mi hipótesis es que las aves se arrancaron por alguna ventana (se sabe que no vuelan, pero supongo que podrán planear unos cuantos pisos). Sé que puede parecer una hipótesis algo arriesgada, pero me baso en que, desde que cesaron los cacareos, he comenzado a escuchar sollozos, probablemente de la persona a quien las gallinas abandonaron, concluyo.

Esta vez, por respeto a la privacidad, aclaro que no he llevado mi inquietud a ningún sitio.

Después de todo quien quiera llorar, debe tener derecho a poder hacerlo.

Además, si lo hacen bajito, uno termina por acostumbrarse, y no molesta en lo absoluto.

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