jueves, 12 de enero de 2023

¿Por qué ese barco tiene doce anclas?


-¿Por qué ese barco tiene doce anclas?

-¿Acaso está mal que tenga doce?

-Supongo que sí… no debiese tener tantas, supongo.

-¿Sabes de barcos?

-No.

-¿Sabes del mar?

-No mucho...

-¿Sabes de anclas?

-No, tampoco sé, pero…

-Entonces no hay mucho que agregar. Disculpa que lo diga tan brusco, pero es cierto. No me gusta escuchar una y otra vez a esa gente que habla de lo que no debieran ser las cosas.

-¿Gente que habla de lo que no debieran ser las cosas?

-Sí. Eso me cansa. Por eso te contesto así. No tengo nada contra ti especialmente, pero no voy a perder tiempo con ese tipo de gente.

-¿Y yo soy de ese tipo de gente?

-Sí. Por supuesto que lo eres.

-¿Y puedo preguntar por qué te molesta tanto?

-Puedes, pero ya te lo dije antes.

-¿Por qué, entonces?

-Porque gastan su vida diciendo cómo las cosas no debiesen ser… hablan por hablar, en definitiva.

-¿Y tú crees que se puede saber cómo debiesen ser las cosas? ¿Crees que alguien, una persona al menos, puede saberlo?

-No he dicho eso. Pero gastar la vida diciendo cómo no es, por ejemplo, esa misma vida… no es algo que te haga más sabio o te ponga en posición de cuestionar otros fenómenos que, según un precario punto de vista, no debiesen ocurrir de esa forma o son erróneos.

-Como las doce anclas de ese barco.

-Exacto. Si no sabes qué es lo correcto no cuestiones esas anclas. Además…

-¿Además qué?

-Además no son doce, sino once.

-Antes las conté. Tengo la seguridad de que eran doce.

-Pues entonces menos aún nos compete hablar de aquello.

-No te entiendo.

-Lo que debía hacerse ya está hecho.

-¿Ya está hecho?

-Por supuesto. Ya lo está.

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