domingo, 8 de enero de 2023

Durante varios años hablaron de esa casa.


Durante varios años hablaron de esa casa.

Siempre que pasaban por ahí, en sus vacaciones, comentaban sobre lo bueno que sería vivir en aquel lugar.

Años después, hablando con un lugareño, supieron que la dueña de la casa había muerto, y que sus hijos querían venderla.

Entonces, entusiastas, hicieron averiguaciones, y comenzaron los trámites para poder comprar aquel lugar.

Había que pagar reparaciones, es cierto, pero podían costearlas.

Por otro lado, algunos lugares de la casa eran inseguros para los niños, pero de todas formas -dijeron-, se trataba de un sueño hecho realidad.

Desde que comenzaron a ocuparla -un mes en verano y un par de semanas en invierno-, surgieron sin embargo otros problemas, principalmente debido a la humedad.

Ninguno muy grave, es cierto, pero igualmente resultaba cada vez más difícil hacerse cargo de esa casa.

En general era una casa vieja, comprendieron, y los daños eran ciertamente inevitables.

Así, poco a poco, comenzaron ellos mismos a descuidarla, hasta que sus hijos se independizaron y dejaron de visitar el lugar.

Años después, ya mayores, notaron la presencia de ratas en la casa.

Hablaron seriamente esa misma noche.

No hablaron de venderla.

Tampoco de repararla.

Tomaron la decisión de irse, simplemente, debido a la presencia de ratas.

Tiempo después, por cierto, las ratas se fueron.

Hoy la casa está vacía.

La vida es la misma en todas partes, solía decir Mersault.

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