domingo, 15 de enero de 2023

La carne, si te fijas, nunca ocupa el centro del plato.


I.

La carne, si te fijas, nunca ocupa el centro del plato.

No es casualidad.

Siempre está a un costado. O en el otro.

Nunca al centro.

Intenta recordarlo si no me crees.

Construye o reconstruye una imagen.

Olvida lo demás.

No te fijes en nada más que la carne.

Verás que es cierto.

Nunca al centro, la carne.



II.

Se lo advertí a mi tía, lo de la carne.

Ella era una tía abuela, algo mayor.

Intenté decírselo con cuidado, para que no sintiese mis palabras como un ataque.

Estábamos cenando, cuando se lo dije.

Me contestó que llevaba años haciéndolo de esa forma y que no iba a cambiar ahora, que ya iba a morir.

La observé.

No dije nada.

Ta vez debí decirle que no lo dijese de esa forma.

Que no era tan mayor.

Que probablemente no iba a morir pronto.

Tal vez debí decirlo, es cierto, pero en ese instante descubrí que era cierto.

Tenía razón.

Ella iba a morir pronto.



III.

Días después se sintió muy mal.

Fue varias veces al médico, de urgencias, y terminaron hospitalizándola.

Le hicieron varios exámenes.

A partir de uno de ellos, le encontraron un tumor que -supimos después-, incluso tenía dientes.

Recuerdo que encontré chistoso aquello, pues ni ella tenía dientes, cuando le encontraron ese tumor.

Todo fue fulminante, por cierto.

Desde que le encontraron el tumor hasta que murió no alcanzaron a pasar dos meses.

La última vez que la vi ella estaba mal.

Ni siquiera podía hablar, pero estaba consciente.

Yo me acerqué a ella y quise recordarle lo de la carne, pero ella reaccionó mal.

Abrió los ojos e hizo ruidos extraños, como si intentara acusarme de algo.

Fue esa misma noche que falleció.

Le extirparon el tumor en la autopsia y lo llevaron a una universidad.

Tal vez esté ahí, todavía, al interior de algún frasco.

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