domingo, 1 de enero de 2023

Entender el proceso.


I.
La culpa fue de ellos. O culpa de su insistencia, más bien. Una y otra vez le dijeron que debía entender el proceso. Que esa era la clave. Y pusieron tanto énfasis en ello que él no pudo sino creer en aquello que le decían. A fuerza de repeticiones comenzó a creerlo. Entender el proceso es la clave. Si no llego a entenderlo siempre estaré fuera, se decía. De esta forma, aunque no lo comprendió del todo, internalizó aquello de igual forma que las consecuencias no debieran sorprender a nadie. Por ello, quien se muestre sorprendido ahora -conociendo lo anterior, por supuesto-, no es más que un hipócrita. Se los digo derechamente, sin darle más vueltas. Aclaro eso y reitero que la culpa fue de ellos. Él solo actuó como cualquiera de nosotros -de haber creído en algo-, habría actuado.


II.
En principio lo que hizo fue delimitar qué era, exactamente, aquel proceso. Puede sonar como algo fácil o evidente, pero lo cierto es que ver el proceso como un todo es solo resultado de entenderlo a cabalidad, y no necesariamente un paso previo. Aun así, podríamos decir que no fracasó del todo en este paso. Y que de cierta forma salió airoso. El problema mayor surgió después. Cuando llegó a la conclusión de que un proceso no podía comprenderse cabalmente, más que interrumpiéndolo. Y es que, habiendo comprendido esto, por supuesto, lo interrumpió. Lo que sucedió luego de esto ya lo saben o si no pueden imaginarlo. Lo cierto, en todo caso -y a lo que apunto aquí-, es que ellos nunca aceptaron la culpa. En este sentido, no solo no se hicieron cargo de la presión ejercida, sino que además lo culparon a él. Un él sin nombre en este caso. Un el que solo actuó como cualquiera de nosotros -de creer en algo-, habría actuado.

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