martes, 4 de octubre de 2022

Ya no le digo que todo va a estar bien.


Ya no le digo que todo va a estar bien. No porque crea o no crea en eso, sin embargo. No se lo digo porque no necesita, en el fondo, que se lo diga. Porque ya es grande y sabe ya que el bien y el mal real, es algo de lo que no podemos hablar. Algo de lo que no debemos hablar, incluso. No lo ha dicho abiertamente, pero sé, de alguna forma, que lo sabe. Con los años lo ha aprendido. Con dolor, supongo, lo ha aprendido. Por eso, probablemente, hablamos de otras cosas. Cosas banales, probablemente, si se observan desde fuera. Ritos que a primera vista (para otros) deben parecer innecesarios. Puedo aceptar aquello, ciertamente, aunque sepa que no es cierto. Y es que el afecto, por supuesto, no es algo que pueda observarse a simple vista. Hablo del verdadero, por supuesto. De esos nudos invisibles que nos enlazan, querámoslo o no, con aquellos que amamos. Por eso, probablemente, es que ya no le digo que todo va a estar bien. Porque ambos estamos ya en edad de comprender que eso es tarea siempre nuestra. Un requisito indispensable si queremos, de una u otra forma, no quedarnos estancados. Tal vez no sea buen ejemplo, pero al menos sé que él sabe. Así pasan los años y los días y las horas. Al final, sin embargo, descubrimos que todo siempre fue un instante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales