miércoles, 5 de octubre de 2022

Lo imaginé de otra forma.


Lo imaginé de otra forma. No es que esté mal como ocurrió, pero imaginé muy distinto todo aquello. El grupo de personas. Las conversaciones. El ánimo imperante en el lugar. Sí… lo imaginé más sombrío, debo confesar. No terrible ni angustioso, pero un poco más gris. En fondo gris, digamos. No negro, pero gris. La caja al fondo de la habitación. Las flores. Un rostro tras el vidrio. Recuerdo que pensaba en eso cuando encontré un pequeño escrito en una de las murallas. Quince palabras, aproximadamente, distribuidas en tres líneas. Estaba en latín, escrita con un lápiz tinta, a baja altura. Pasé tres cursos de latín en la universidad, pero no entendía nada. Alguien sentado en una silla, mientras permanecía en el lugar debía haberla escrito. Sin que lo vieran, pensé. De la frase, apenas identificaba dos o tres palabras. Una de ellas era búho, en latín. Bueno, una de las formas en que lo nombraban. Estuve largo tiempo mirando aquella frase hasta que se acercó una persona que, supuse, trabajaba en el lugar. No debe rayar las paredes, me dijo. Pase a hablar conmigo cuando salga. Yo no la rayé, le dije. Estaba así. Simplemente intentaba leer qué es aquello que decía. Me miró en silencio como para ver si mentía. Si está seguro que no fue usted, me disculpo. Pero no había visto antes ese escrito. Entonces bajó la mirada y luego se fue. Sentí un ruido, entonces, cerca de la caja que estaba al fondo. Nadie más parecía notarlo. Un niño me observó mientras me acercaba al cajón. Estaba solo y parecía molesto. O asustado. Yo me detuve a verlo. Apretaba firmemente algo en una de sus manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales