miércoles, 26 de octubre de 2022

Me había olvidado de Annie Ernaux.


Confieso que me había olvidado de Annie Ernaux.

Me había olvidado de ella como de tantos otros y de tantas otras cosas.

No obstante, cuando escucho esta tarde sobre el nobel, algo me suena.

Un par de libros, al menos, a la distancia.

La vergüenza.

El acontecimiento.

Una escritura lo suficientemente transparente como para parecer honesta.

Poco más es lo que recuerdo.

Sí… me había olvidado de Annie Ernaux.

Ni siquiera me di cuenta que una de las películas que vi a eso poco estaba basado en uno de esos libros.

Por eso, sorprendido, me descubro de pronto buscando en mis recuerdos, quien es esa Annie Ernaux.

Algunas imágenes, entonces, se construyen.

Por ejemplo, veo a Annie escribiendo concentradamente.

Como si estuviese marcando las líneas de su rostro en un espejo.

No lo digo como crítica, sin embargo.

La veo tranquila, cuando lo hace, sin forzar demasiado su gesto.

Veo así, una Annie convertida en letras.

Fabricándose a sí misma como esos que hacen figuras con alambres o con nudos.

Vuelta pan, incluso, y servida a los lectores.

Reitero una vez más: no me malentiendan.

Todo está bien con Annie Ernaux.

Salvo que ella misma cree saber quién es, mientras yo no sé, realmente, si alguien puede saberlo.

Confieso que me olvidado de Annie Ernaux.

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