sábado, 22 de octubre de 2022

Un libro roto.


I.

¿Lo reparas?

¿Reparas tú un libro roto?

Pues desde ya, te confieso que yo no.

No digo un libro ajado o con alguna hoja deteriorada.

Tampoco me refiero aquí a unas cuántas hojas sueltas.

Yo hablo más bien de daño verdadero.

De algo efectivamente roto.

Algo cuyas partes ya no encajan –ni se mantienen- asidas unas a otras.

Un libro roto, de esa forma, es de lo que hablo.

¿Lo reparas tú, acaso, que miras de esa forma?

¿Reparas tú el libro roto?


II.

Quien no comprende dirá, tal vez, que depende del libro.

Erradamente, por supuesto, dirá aquello.

Y es que pensará, probablemente, en lo que hubo una vez, anterior al daño.

Entonces, dejará de ver lo que realmente existe y buscará reunir las páginas.

Verá tutoriales.

Tomará apuntes.

Comprará utensilios que faciliten su labor.

Incluso compondrá –o reemplazará derechamente-, los trozos dañados.

Dicho lo anterior, tenemos derecho a imaginar que logrará su cometido.

Imaginémoslo sonriente, orgulloso.

Mostrando el libro reparado al mundo.

¿Ves que pude repararlo?, me dirá.

¿Te das cuenta que parece incluso un libro nuevo?


III.

Lamento decirlo así, de golpe, pero una cosa es cierta:

Nadie volverá a leer ese libro.

De hecho, reparado así, me parece más bien una maqueta.

O un algo, simplemente, que se ha construido esta vez como un objeto.

¿Puedes verlo, realmente?

¿Puedes tomarlo entre tus manos y decir que aquello ha vuelto a ser, de cierta forma, lo que era?

Qué insensato.

Quien no comprende la función del fuego, no comprende nada, finalmente.

¿Reparas tú un libro roto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales