viernes, 28 de octubre de 2022

Dar vuelta el colchón.


Elegí dar vuelta el colchón cuando viniste a casa.

No sé bien por qué lo hice.

En principio, te dije que esperaras fuera del dormitorio, para ordenar un poco.

Tú reíste, por supuesto, y me dejaste hacer.

Me demoré un buen rato, por cierto, ahí en el cuarto.

Lo cierto, sin embargo, es que al final ni siquiera cambié las sábanas.

Solo voltee el colchón, nada más, mientras tú esperabas.

Todo lo demás quedó en su sitio.

Al voltearlo, eso sí, encontré bajó el colchón una camiseta vieja y unas cuántas monedas.

Me guardé el dinero en un bolsillo y dejé la camiseta en el mismo lugar.

Tú, mientras tanto, hojeabas unos libros que estaban sobre la mesa.

No lo hacías atenta, me parece. Solo volteabas las páginas.

Uno de los libros era bien grueso, según recuerdo.

Era una edición bilingüe, que tenía todas las letras de Dylan.

De todas formas, estoy seguro que no te debes ni acordar.

Luego entramos al dormitorio e hicimos, de cierta forma, lo esperado.

Nada más, ocurrió esa noche.

A la mañana siguiente, me ofrecí a acompañarte a casa.

Creo que incluso desayunamos juntos, en algún local.

Ya de regreso, fui derecho al dormitorio a voltear el colchón, nuevamente.

Recuerdo que incluso saqué las monedas que quedaban en mi bolsillo.

Y las puse en su lugar.

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