viernes, 21 de octubre de 2022

La verdad que vive y la verdad que muere.


0.

Está la verdad que vive y la verdad que muere, creo que decía Leonard Cohen.

Pero ni él ni yo –y probablemente nadie-, sabe realmente cuál es cuál.


I.

-¿Viajaste de noche? –preguntó ella.

Él asintió.

-¿Toda la noche?

-Sí –dijo él.

Ella parecía un tanto preocupada, o sorprendida.

O tal vez simplemente no sabía de qué hablar.

-¿Y no te duermes cuando manejas toda la noche? –volvió a preguntar ella.

No –dijo él-. O no que yo sepa.


II.

Probablemente los niños no estaban en casa.

Y es que, cuando estaban, todo siempre se encontraba un poco más revuelto.

Además, se escuchaba en la casa esa música triste que le gustaba poner cuando estaba a solas.

Música en inglés, de un tipo con la voz gastada, que cantaba como si supiera una verdad.

Una verdad terrible, por cierto, pesada como una vaca coja.

Ella había visto, una vez, una vaca coja.

No la sacrificaron, como a los caballos, sino que la tenían fija, con una especie de prótesis de madera.

Y cada mañana, la iban a ordeñar.


III.

Él le explicó entonces, luego de dormir un par de horas, que existía una verdad que vive y una verdad que muere.

Ella, mientras lo escuchaba, pensaba en los niños.

La tragedia no era lejana ni cercana, después de todo.

Siempre llegaba, pensaron ambos.

Pero tardaba en llegar.

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