miércoles, 19 de octubre de 2022

Bolitas de naftalina en la tumba del faraón.


Encontraron bolitas de naftalina en la tumba del faraón.

Seis o siete bolitas de naftalina.

Igual que en los roperos viejos, junto a la ropa almacenada, que se ha dejado de usar.

Así, el emperador, como un traje viejo, se secaba desde hacía más de veinte siglos, al interior de aquella tumba.

En medio de utensilios diversos, máscaras, joyas y preciados objetos de oro.

En medio de aquello y de seis o siete bolitas de naftalina, por cierto, según recalcaban en tv.

En una breve noticia que ponía acento en eso de las bolitas de naftalina, para llamar la atención del público.

Y yo, por supuesto, era parte de ese público.

Poco después apagué la tv.

Respiré hondo.

Me preparé un café.

Regué unas plantas.

El faraón es solo un traje viejo, me dije, mientras recordaba la noticia.

Pensaba en ello como visualizando mi propia tumba, sin utensilios de oro, sin máscaras y sin noticias, de por medio.

Sin pirámides, por supuesto, e incluso sin bolitas de naftalina, ni extrañas maldiciones.

Me imaginaba a mí mismo dentro del ataúd.

Y me observaba borroso, con pequeñas manchitas interrumpiendo la visión.

Como si hubiese moscas pequeñas aplastadas contra el vidrio, desde dentro.

Volví a respirar hondo.

Nadie abrirá mi tumba, me dije entonces, buscando pensar en otra cosa.

Nadie que no sea yo, abrirá mi tumba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales