martes, 9 de agosto de 2022

Varias veces durante la entrevista.


Lo dijo varias veces durante la entrevista. Luego de pasar ocho días en el desierto y tres en recuperación. Lo habían localizado gracias a unos drones y pudieron rescatarlo cuando ya muchos lo creían muerto. Estaba deshidratado, por supuesto, y en muy malas condiciones, pero se repuso más rápido de lo que todos podíamos pensar. Fue entonces que le realizaron la entrevista y que yo recibí la grabación para escribir una nota que no debía superar las 350 palabras. Luego, un periodista debía leerla mientras intercalaban imágenes de archivo y hablaba un especialista y un integrante del grupo que lo rescató.

Fue entonces que, mientras escuchaba la entrevista, me llamó la atención una idea que aquel hombre repetía. Él decía que cuando comenzó a resignarse a una muerte segura, dejó de pensar en encontrar agua o un pequeño oasis, como en las películas. Lo que él quería era un espejismo. No el agua real.

-Mis oraciones eran por un espejismo -decía el hombre-. Eso es lo que yo pedía. Una imagen de agua corriendo y ojalá el sonido, nada más. No siquiera pensaba ya en el agua de verdad. Yo rogaba por un espejismo.

Intenté hablar de eso en la nota, por supuesto, pero finalmente el editor me pidió dejar elementos más concretos. Que me centrara en sus palabras cuando hablaba de los efectos de la deshidratación y en lo que sintió cuando comprendió que sería rescatado.

Yo hice caso, por supuesto. De paso, me fijé que los otros medios de comunicación tampoco hicieron hincapié en eso y debí aceptar que, tal vez, aquello de rogar por el espejismo no era algo tan importante como yo pensaba.

Así que lo dejé ahí, digamos.

Hoy, años después, dudo incluso si dijo o no esas palabras realmente.

Podría esforzarme y encontrar el archivo, para comprobarlo. Pero no sé, en el fondo, qué ganaría (o qué demostraría) si encuentro aquello.

No hay más.

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