viernes, 12 de agosto de 2022

Un misterio blanco.


Creo que es en un relato de Felisberto Hernández donde se señala la existencia de una nueva clase de misterio. Un misterio blanco, me parece que le llaman. Por supuesto, este misterio existiría complementariamente al misterio tradicional, más oscuro, que es característico de aquello que pensamos habitualmente cuando nos acercamos a la idea de misterio.

En ese relato, si es que no me engaño (y los engaño a ustedes, de paso), se nos habla de este misterio asociado a la idea de que -a diferencia de lo que ocurre con el misterio tradicional que buscamos siempre iluminar hasta hacerlo desaparecer-, nada se tienta uno a hacer con él, pues justamente es blanco y luminoso y existe simplemente así, mientras nos vemos inmersos en él.

-¿Un misterio que no es misterioso…? -preguntará entonces un lector medianamente atento.

-¿Una realidad en la que no hay indicios ni símbolos ni signos y todo es exactamente lo que es, a simple vista…? -dirá otro, de esos que les gusta teorizar.

-¿Algo así como un misterio sin misterio, cuya falta de secreto, justamente, motiva nuestra extraña desconfianza e incredulidad? -preguntará un tercero, buscado sintetizar.

Y entonces quien escribe simplemente dirá:

No.

(Y ya no estará hablando del misterio blanco mencionado, probablemente, por Felisberto Hernández)

Y dará por zanjado aquel asunto.

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