martes, 16 de agosto de 2022

Recordar la diferencia.


Debes recordar la diferencia. La distancia que existe entre hablar con los otros y simplemente hacer ruido. Y el para qué, por supuesto, perdido hoy en esa misma distancia. Esa es tu tarea. Debes recordar la diferencia. Una y otra vez recordarla. Retener la fuerza. Y utilizarla, para retenerla. Envejecerás, por supuesto. Nadie ha dicho lo contrario. Envejecerás, es cierto, pero serás tú mismo. Y entonces hablaremos. Honestamente, hablaremos. Sin culpar al trabajo ni a todas esas cosas que creímos nos robaban el tiempo. Y podrás de esa forma decir cómo estás y en qué estás y sabrás así que eres tú mismo. Sin esfuerzo lo sabrás. No interpretarás tus guiones. No harás ruidos innecesarios. Lo sabrás siéndolo. Y gastaremos así la piel, los órganos y hasta los huesos. Porque así debe ser. Porque hay que gastarla. Porque estamos vivos y no puede ser de otra forma. Di algo entonces que no sea ruido. Un gesto incluso que recuerde quién eres. Respira. Desde el corazón, respira. Hazlo así y cuida tus ojos. No de lo que ven sino de cómo ven. Cuídalos y recuérdales para qué lo hacen. Toca el mundo, con ellos. Que ese sea el final de tu tarea. Ser, observar y dejar ir. Nada más. El verbo amar, no debiese siquiera conjugarse.

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