lunes, 22 de agosto de 2022

Probablemente tengas razón.


I.
Probablemente tengas razón. Lo admito. Pero desde hace un tiempo eso es lo que menos me importa. Acepto su validez, digamos, pero me parece el argumento menos válido. Así, ocurre simplemente que me resbala la razón y no me conmueve en lo más mínimo. No es nada personal, aclaro. Te escucho. No estoy convencido desde antes. Acepto las palabras, tranquilamente, aunque ignoro su peso. No discuto contigo. Es más, a veces ni siquiera tengo una posición previa. Es solo que eso de tener razón… no sé. No me suena a algo importante. Me parece triste, incluso. Una razón triste.

II.
Dicho lo anterior, aclaro que no creo tener la totalidad de la culpa. Me refiero a que, ahora, debieses tú admitir algo. Y es que hay una actitud que me incomoda en todo esto. Algo que aflora en ti apenas dices algo que crees -y posiblemente sea-, incuestionable. Una sensación que me molesta y que se vincula con ese rechazo a la razón que confesaba antes. Te lo diré ahora, pero escúchalo antes de rechazarlo: Te contentas con tener razón. Eso, apenas, te satisface. Cocinas el argumento para ti, simplemente. Y eso es, pienso ahora, lo que lo vuelve triste. Me refiero a que miles y hasta millones de personas tienen la razón para sí mismas y ya ves. Tú eres, simplemente, una de esas. No hay nada de especial, en todo esto. Esa es la imagen que veo. Solo tú, teniendo razón. Una razón triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales