viernes, 22 de julio de 2022

Una situación.


I.

Cuando desperté ya había amanecido.

Frente a mí, dos personas esperaban.

No recuerdo cómo vestían.

Se acercaron.

Me entregaron una hoja, con mis datos.

-Usted nos dice si están bien – me dijeron.

No entendía bien qué sucedía.

Revisé mis datos.

Supuse que preguntaban por ellos.

Los leí una vez más.

-Están bien -les dije, aunque no estaba seguro.

Les devolví la hoja.

Ellos se fueron.

Luego volví a dormir.


II.

Cuando desperté nuevamente era de noche.

Como no tenía hambre pensé que tal vez había despertado antes y había comido.

También pensé que me había bañado, pues notaba el cuerpo limpio.

Puede que todo esté bien, me dije.

Tal vez haya sido un día normal y hasta haya ido a trabajar.

Luego me intranquilicé un poco pensando en el trabajo.

No lograba recordar si tenía algo pendiente, ni siquiera algún horario.

No recordaba, de hecho, en qué trabajaba.

Tal vez no lo recuerdo porque todo está bien, me convencí.

Si hubiese algo urgente, sin duda lo recordaría.


III.

Ahora estoy despierto, pero aún no abro los ojos.

Intento escuchar algo, adivinar que habrá, cuando los abra.

Intento pensar eso sin valorar las opciones.

No se trata de escoger, además, sino de aceptar aquello que -supongo-, yo mismo he construido.

Respiro pausadamente.

Dejo pasar un rato más, antes de abrir los ojos.

Luego no hay vuelta atrás, me digo.

Cuento hasta seis.

Entonces, los abro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales