domingo, 10 de julio de 2022

Tarde o temprano se queman los templos de madera.


I.

Tarde o temprano se queman los templos de madera.

Y arden hasta desaparecer si no se detiene el fuego.

Puedes observarlos quemarse,
y a menos que el fuego lo hayas iniciado tú,
nadie puede culparte de nada.

Esas son las reglas.

Y hasta las leyes, en este sentido, son claras.

Por otro lado,
casi nunca hay víctimas, si te fijas,
cuando se queman templos.

El olor a carne quemada
viene siempre de otros sitios.


II.

Tarde o temprano se queman los templos de madera.

Y no es delito observar cómo se queman.

Creas o no creas, en el dios venerado en aquel templo.

Puedes observar, digamos, sin cuidado.

Puedes oír incluso cómo cruje la madera.

Y mostrarte impasible ante las llamas.

Igualmente no es delito.

Todos lo saben, aunque nadie hable de aquello.

Si alguien llora lo hace en silencio
y aprovecha, creo yo,
de llorar por otras cosas.


III.

Tarde o temprano se queman los templos de madera.

Y cuando esto ocurre,
si te fijas,
es muy extraño escuchar un grito.

Las personas observan simplemente
como si hubiesen chocado en la avenida
dos coches vacíos.

Nadie pierde nada, realmente.

Lo que había en el templo, digamos,
no te pertenece.

Es solo un hecho que debía pasar.

Una consecuencia, no una causa.

Y el fuego, entonces…

El fuego.

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