lunes, 18 de julio de 2022

Un ejemplo.


-Mira -dijo J., intentando explicar su punto-, te voy a dar un ejemplo: en ese entonces tenía yo un cajón para las poleras que no debían ser vitas. Ya sabes… esas que usaba debajo de otras cosas. Un cajón en el que solo guardaba las que estaban más gastadas o simplemente no me gustaban... Todo un cajón destinado a ellas.

-¿Y? -dijo M.

-Pues eso… -siguió diciendo J., como si su explicación fuese obvia-. Lo que pasa es que le dedicaba un cajón entero a ese tipo de cosas, pero a las poleras que me gustaban no les dedicaba ninguno… estaban todas arrojadas sobre alguna silla, mueble o derechamente sobre el piso…

-Sigo sin entender -lo interrumpió M.

-Es que no quiero que entiendas -dijo J.-. Quiero que sepas los datos, principalmente. Datos que además son un reflejo de eso otro que te quiero explicar. Y el dato en este caso es relevante…

-¿El dato es que le dedicabas un cajón a las poleras que no debían, según tú, ser vistas? -preguntó M., tratando de seguirlo.

-No exactamente -dijo J.-. El dato esencial es que el único cajón que destinaba a guardar ropas, lo ocupaba con poleras que no debían ser vistas…

-¿Y las demás ropas, entonces…?

-En el piso, como te decía, o en cualquier sitio, amontonadas…

Ambos se quedaron un momento en silencio.

J. miraba a M., esperando algún signo de comprensión.

En vez de eso, M. preguntó:

-¿Y los otros cajones?

-¿Qué otros cajones? -dijo J.

-Supongo que tenías más cajones en tu pieza -dijo entonces M.-, o en tu casa…

-Claro -contestó J.-. Claro que había más cajones.

-¿Y qué guardabas en ellos?

-Pues ya sabes… libros, revistas, apuntes… esas cosas… -contestó J.

M. lo miro fijamente, como si analizase los datos que había reunido.

J. lo miraba a su vez, como si quisiese ser leído.

-Creo que entiendo, dijo entonces M.

J., sin entender, sonrió.

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