sábado, 30 de julio de 2022

Es posible, pero al mismo tiempo no lo es.


-Es posible, -dijo-, pero al mismo tiempo no lo es.

-De acuerdo-, dije yo.

Se quedó en silencio.

Supongo que esperaba que yo preguntase algo.

Que pidiese alguna explicación o tal vez que reclamase alguna cosa.

Fueron segundos incómodos

-Lo que pasa es que yo siempre estoy de acuerdo-, expliqué, por si esperaba una razón.

No provoqué, sin embargo, ninguna señal de comprensión.

Seguía en silencio.

La situación era incómoda.

O al menos para mí resultaba incómoda.

El tiempo avanzaba lento.

-Estás de acuerdo-, dijo entonces-, pero al mismo tiempo podría asegurar que no lo estás, necesariamente.

Noté que me lo dijo como un reproche.

Me molestó su tono.

De todas formas, como sabía que era cierto, no quise discutir.

-En el fondo estás de acuerdo con que los otros estén de acuerdo consigo mismos -dijo luego-, pero tú en el fondo no piensas lo mismo que expresaron sus palabras, no compartes eso…

Era cierto, pensé.

Cierto y lógico, además.

Cierto y necesario, incluso, le habría dicho.

-Probablemente pienses que son palabras, solamente -lanzó, con un tono airado-. Palabras de otros, ajenas… pero no quieres entender que ya son tuyas si no las rechazas, si las aceptas y más encima dices que estás de acuerdo con ellas… No es una forma de alejar la responsabilidad, lo que haces, sino que te cargas con ella de la forma más estúpida de todas.

Iba a decirle que estaba de acuerdo, pero intuí que sería peor.

Además, estaba un tanto en desacuerdo, pues sin duda existían otras formas más estúpidas.

Decidí entonces dar media vuelta y alejarme del lugar.

Probablemente, para demostrárselo.

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