lunes, 25 de julio de 2022

Conozco la vida.


Conozco la vida. He estado ahí. De paso, tal vez, pero he estado. Incluso me he fotografiado en el lugar. Me he fotografiado de la misma forma como haces tú en las ciudades que visitas. Igual que tus fotos en París, en Ámsterdam y hasta en el Taj Mahal. Y es que, de una forma similar, supongo, he visitado la vida. Por breves periodos, me refiero. Y una vez en ella, por supuesto, me he fotografiado. Tengo derecho a hacerlo, te lo aclaro, igual que todos. Aunque no te guste, tengo derecho. Así y todo, debo admitir que la vida, es una ciudad sin grandes monumentos. No hay un fondo para realzar o mejorar la foto. Se trata, ante todo, de fotos sin filtros. Sin adornos y sin cotillón, digamos. Sin nada que aleje el foco de aquello en lo que verdaderamente debe enfocarse. No hay más fondo, en resumen, que uno mismo. Te lo digo sin rodeos, aunque no espero criticarte, con esto. No voluntariamente, al menos. Me refiero a que no es mi intención criticarte, aunque lo haga. Ahora bien, ¿qué es lo que pretendo hacer, entonces? ¿Qué busco yo, más allá de esa posible crítica, como efecto secundario? La respuesta es sencilla. Preguntarte solo un par de cosas. ¿Tienes tú de esas fotos? ¿Tienes algunas de ese estilo entre aquellas en que apareces en Marruecos, en Panamá o en esas localidades perdidas, en México? ¿Conoces tú, la vida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales