sábado, 16 de julio de 2022

¿Qué le pasa a su perro?


Ocurrió hace muchos años. En Portugal.

Solo estuve unos días, pero me gustaba ir temprano a las panaderías. Como un habitual. La gente se mostraba agradable y todo era calmo. Podías sentarte ahí mismo y comer algo, o simplemente observar.

Una mujer joven con un perro, por ejemplo, en la mesa contigua. Y otra mujer que se le acerca.

La conversación parece seca, áspera incluso, pero se matiza con los gestos amables de las dos mujeres, la luz de la mañana y el ritmo del lugar.

-¿Qué le pasa a su perro? -pregunta la mujer mayor-. ¿Está triste?

-No. No se preocupe -dice la otra sonriendo-. Es así.

-¿Se alimenta bien?

-Sí, todo bien con el perro. Solo tiene esa expresión, pero siempre la tuvo. Está bien.

La mujer mayor se acerca al perro y se agacha para hacerle cariño y observarlo de cerca.

-Disculpe que insista, de verdad no quiero molestar, pero… ¿cómo sabe que está bien?

-Porque vivo con él, señora -dice la joven, riendo-. Hace años que lo cuido. No tiene nada extraño.

-Pues yo creo que para asegurarse debería llevarlo al veterinario… -insiste la señora-. Mi sobrino es veterinario, y podría atenderlo gratis, si quiere… Podemos levarlo juntas si quiere…

-¿Por la expresión, únicamente, dice usted?

-Sí, porque parece triste.

-Pero si tiene derecho a estar triste -dice la mujer joven, sonriendo-. O a parecerlo, al menos… Mire, ya ve como mueve la cola, aunque tenga la misma expresión…

-Sí, es cierto… visto desde atrás es un perro feliz -admite la señora-. No la molesto más. Disculpe…

-No es molestia -dijo entonces la mujer joven, mientras la otra se va.

Luego de un rato, la joven también se pone de pie, y comienza a alejarse, con el perro.

Eso recuerdo, cuando pienso en Portugal.

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