miércoles, 6 de julio de 2022

Una cosa negra que al final era un gato.


Vino una cosa negra que al final era un gato. Yo estaba ahí. Primero no sabía, pero después sí. Primero cosa negra y después gato, me refiero. ¿Entienden lo que digo?... Por si acaso, aquí va otra vez: Vino una cosa negra que al final era un gato. Disculpen que me repita, pero es por si no se entiende. Por si yo no entiendo, me refiero, también. Y es que me confundo, con todo esto. Hay barro y nubes negra y después lluvia. Y entonces más barro y frío y eso confunde. Y además, por supuesto, una cosa negra y un gato. Como no estoy bien alguien me acerca a una muralla bajo un alero. Está todo empapado, escucho que dicen. Se van entonces, o no sé. Para que regresen les hablo de la cosa negra que al final era un gato. Pero no regresan. Igual que el gato, no regresan. El mismo gato, digo yo. Me refiero a que luego el gato se fue y quedó, sin embargo, la cosa negra. La cosa negra que ya no era un gato y que estaba ahí. Que permanecía ahí, luego de haber llegado. Que no se iba. ¿Quién soy yo?, digo yo.

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