jueves, 27 de enero de 2022

Lo que te salva.


No es el arte lo que te salva, me dijo. No es el arte en ninguna de sus formas. No es la literatura, no es la música, no es la pintura, por ejemplo. Tampoco es la naturaleza quien te salva. No te salva el silencio ni la luz del sol. Tampoco te salva la oscuridad ni los sonidos de la noche. No son los otros quienes te salvan. No te salva tu familia, ni los amigos. Mucho menos el amor. Ni eso que llaman amor. No te salva el yoga. No te salva el cristianismo ni el budismo. No te salva el dinero, por supuesto. Tampoco te salva el conocimiento ni la ignorancia. No te salva la paz ni la guerra. No te salva el fuego. No te salva el dolor. La alegría, por cierto, tampoco te salva. No te salva un hijo. No te salvan dos, n tres ni diez hijos. No te salva la vida ni una bala en la cien. No te salva la política ni el bien común. No te salva el deporte ni la vida sana. No te salva el trabajo. No te salvan Dios ni los ángeles. No te salva la tecnología ni la ciencia ni la medicina. Tampoco te salvas tú, cuando quieres salvarte. Es imposible salvarte, de hecho, cuando quieres salvarte, me dijo.

Pero entonces… intenté decir.

Entonces no lo digas, me interrumpió.

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