miércoles, 26 de enero de 2022

Disfraz de policía.


Conozco a un policía, que fue a una fiesta de disfraces, disfrazado de policía.

No lo hizo, en todo caso, utilizando su uniforme oficial.

Para eso, arrendó en una tienda un disfraz de policía, de escasa y dudosa calidad.

En la fiesta, por cierto, casi nadie lo conocía ni sabía de su trabajo.

Por lo que el tipo estaba un poco solo, y no tenía -me pareció-, con quien hablar.

Tal vez por esto, se tomó varios tragos en una esquina, que se preparaba él mismo.

Solo entonces, lo vi acercarse a una chica y lo escuché decirle que él era policía.

La chica, supongo, pensó que se refería al disfraz.

Eso concluyo pues ella le contestó que era Cleopatra.

Cuestión que, por supuesto, concordaba con su aspecto.

Lo que vino entonces fue una extraña y absurda conversación en la que él intentaba explicarle que era realmente un policía.

Mientras ella, por supuesto, pensaba que él bromeaba e insistía también, en respuesta, que ella era Cleopatra.

Él sacó entonces una placa en sus bolsillos y se la mostró a la mujer.

Desde donde estaba, sin embargo, no pude distinguir si la placa era original o si era alguna que venía con el disfraz.

Lo cierto es que ella, en retorno, se sacó una de sus joyas y se la mostró al policía.

Yo, desde la distancia y para no ser menos, saqué una cerveza y la levanté en su dirección para que ambos la vieran.

Atrás de ellos, me fijé de pronto, había un tipo disfrazado de árbol del conocimiento.

Ese que se conoce como el del bien y del mal.

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