domingo, 23 de enero de 2022

Junté dinero y me compré una gaita.


Junté dinero.

Por unos meses -casi un año-, junté dinero.

Junté dinero, como decía, y me compré una gaita.

Una gaita económica, digamos, para ser gaita.

Como condición exigí únicamente que fuese escocesa.

Hecha en escocia, me refiero, no solo de apariencia o con un diseño típico.

La elegí yo mismo, luego de investigar un poco.

Venía desde Uruguay, la gaita.

O sea, desde allá la enviaron.

La habían comprado directamente en Escocia, principalmente como adorno.

La tenían en una recepción, en una especie de hotel pequeño.

Se habían decidido a venderla, y yo vi el anuncio.

Y claro, compré la gaita.

Llegó una semana después de la compra, bastante bien embalada.

Desembalé la gaita, con cuidado, y la tomé con cuidado.

Daba la impresión de ser un animal.

Un animal extraño, aturdido probablemente y fuera de su hábitat.

Entonces, la puse sobre una mesa y me senté frente a ella, observándola.

Reconocí y enumeré algunas de sus partes.

Tubos de palisandro, cubierta de tartán escocés, soportes chapados…

Sentía algo humano, al mirarla.

Algo levemente humano, me refiero.

Eres más como un gato que un pulpo, le dije.

Un gato borracho, claro, abandonado de sí mismo.

La gaita no respondió.

Me parecía que estaba molesta.

Yo le encontraba razón.

Y es que me sentía mal por haber pagado por ella.

Siempre me pasa eso cuando compro algo.

Siento que abuso de aquello que compro.

Que fuerzo a estar conmigo a algo que no me pertenece.

Que obligo a aquello que compro a firmar un contrato o establecer un pacto.

No sé bien qué hacer contigo, le dije.

De todas formas, el mundo es tuyo.

Le dejé la ventana abierta por si quería irse y la puse frente a ella.

A la mañana siguiente descubrí que se había ido.

La gaita que había llegado el día anterior se había ido.

De paso se había llevado mi notebook, la billetera y un par de cosas más que descubrí que no estaban, con el tiempo.

La imagino en Escocia, cuando la recuerdo.

Pensando que logró volver, quién sabe cómo.

Me tinca que debe hablar mal de mí, si es que me recuerda.

Le deseo lo mejor, de todas formas.

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