jueves, 15 de abril de 2021

Cosas que no eran nuestras.


Encontramos cosas en el departamento.

Cosas que no eran nuestras, por cierto.

Pequeñas cosas, en los rincones.

Cosas diversas, sin valor monetario, inconexas.

Eso fue lo que encontramos.

Y descubrimos así que teníamos más rincones, de los que hubiésemos creído.

Por todo el departamento había rincones.

Y en cada uno de ellos podían esconderse, de alguna forma, cada una de aquellas cosas.

Se trataba de cosas pequeñas, por supuesto.

Cosas que cabían en cada rincón y no sobresalían demasiado.

Que no llamaban la atención, me refiero.

Que no te hacían voltear a verlas.

Cosas con el alma opaca.

Ocultas en la sombra de todo rincón.

Tibias, todavía, como cadáveres a medio hacer.

Esas cosas no son nuestras, nos dijimos, mientras las recogíamos.

Mientras lo hacíamos, despejamos la mesa del comedor y las pusimos en la superficie.

Y es que, de cierta forma, intuíamos que seguiríamos encontrando más.

Buscamos así siete días y siete noches.

Las cosas encontradas parecían ser parte de una extraña exposición, que montamos en nuestro hogar.

Primero sobre la mesa, como decía, pero luego pasaron también a otras superficies.

Sobre el mesón de la cocina, en la cubierta de la cama y en cualquier lugar que pudiese recibirlas.

Desde entonces dormimos así, sobre una alfombra, a un costado de la cama.

No dejamos de encontrar cosas y de sorprendernos, aunque no sabemos bien por qué.

Al menos todo, pienso ahora, cuando las veo, puede conducirnos hacia algo.

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