jueves, 29 de abril de 2021

Hablábamos sobre las ilustraciones de Alex Ross.


Hablábamos sobre las ilustraciones de Alex Ross. Principalmente las realizadas para DC, que suelen ser las más conocidas. Y es que ambos coincidíamos en que, a pesar del indiscutible talento del artista, resultaba incómodo ver sus dibujos, pues nos resultaba imposible ver a los superhéroes, en sus obras, más que como hombres o mujeres disfrazados.

Esto era incómodo, por cierto, porque algo parecía falso en esas obras. No falso en relación a los poderes de cada personaje. Eso estaba bien. El vuelo de Superman parecía realizarse sin mayor esfuerzo, al igual que los poderes de cada uno de los otros personajes. El problema era la humanidad que desprendían. Y el concepto de disfraz, por supuesto, pues podíamos ver que Superman, por ejemplo, no era Superman, sino alguien disfrazado, con los poderes incluso, pero carente, hasta cierto punto, de la convicción necesaria para reconocerse a sí mismo como tal.

De esta primera incomodidad, lamentablemente, surgía entonces una segunda molestia todavía mayor, y es que debíamos admitir que lo que hacía poco creíble a estos personajes -la falta de convicción en quienes eran (para los otros), en resumidas cuentas-, era algo común a muchos otros de nosotros, vestidos con ropas de trabajo, con sonrisas poco naturales en fotografías, o con actitudes que parecían buscar convencer a otros de quién somos. O peor aún; de para qué somos.

Seguimos entonces hablando un buen rato, de esto último. No recuerdo, sin embargo, que hayamos llegado a ninguna conclusión.

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