lunes, 26 de abril de 2021

Un trago, con Batistessa.


I.

Y entonces no sé.

No había muchas opciones, me refiero.

Servir dos vasos, tal vez.

Quedarse en silencio uno frente al otro o a solas, simplemente.

Llamar al garzón.

Cruzar con él unas palabras.

Tomarse un trago con Batistessa.


II.

No es que existiese, necesariamente, Batistessa.

Pero nombrábamos de esa forma aquella sensación.

La de beber varias veces nuestro último trago.

Beber con un ser arrancado desde el sótano.

Fingiendo compasión, para no beber a solas.

Para que alguien que no debía ser mirado
mirase a su vez
algo que no debía ser visto.


III.

Sin embargo, más allá de lo que uno nombrara.

Y más allá de lo que uno viese o no viese.

Estaba el asunto de qué hacer con la situación después del último trago.

Después de la caída que ocurre luego del último trago.

Me refiero a qué hacer a solas con ese paisaje.

Cuando solo en la mesa, ya desierta, siguiese Batistessa.

Incapaz de irse pues no pertenece a ningún sitio.

Y no hubiese tampoco un último trago para él.

Ni un trago ni una puerta.

Y entonces un cambio sutil, apenas.

Batistessa en otro sótano, digamos.

Junto a algo que se muere, apenas conocido.

Y entonces no sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales