jueves, 29 de abril de 2021

Un motor.


Armó un motor. No sabía para qué servía, pero armó un motor. Se lo mostraba a todos los que iban a casa. El motor era de metal y él lo mantenía en un cuarto pequeño, que estaba al fondo de la casa. Por lo general cuando se lo enseñaba a alguien montaba y desmontaba algunas de sus piezas, para demostrar que él lo manejaba sin problemas. Entones pedía que se alejaran un poco y encendía el motor. Lo hacía manipulando una pequeña palanca y unos diales, que tenía a un costado. Luego de esto, el motor sonaba y vibraba, dando la impresión de tener una gran turbina en algún sitio. Por lo general, no lo mantenía encendido más de uno o dos minutos, pues luego comenzaba a perder intensidad y además quienes lo observaban no sabían qué cosas preguntar y la exhibición se volvía tediosa. Si lo apagaba antes, en cambio, todos quedaban impresionados, alababan su trabajo y predecían que sería un genio, señalando que hacer esto a tan corta edad era algo admirable, que lo volvía distinto y en cierta medida superior a los demás. Para eso servía el motor, pensaba entonces, mientras limpiaba su superficie y volvía a dejar todo listo para una nueva exhibición. Así funciona todo esto.

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