lunes, 12 de abril de 2021

Un pequeño harakiri.


I.

Un pequeño harakiri.

De eso hablo.

Nada más.

Uno pequeño.

Uno que provoque una muerte también pequeña.

Pasajera.

Un deceso breve.

Inconstante, incluso.

Con eso es suficiente.

No he pedido más.

Solo un pequeño harakiri.


II.

No lo imagino como un ritual.

No hablo aquí del harakiri como espectáculo.

Nada de invitados especiales, ni de llantos ni de orgullos compartidos.

Yo hablo aquí de otra cosa.

De algo reducido, ante todo.

Solo un pequeño harakiri.

Eso es lo que propongo.

Una decisión razonada.

Una incisión seria, pero menor.

Tratada con respeto, por supuesto.

Un sangrado leve, simbólico.

No una muerte.

Una transformación.


III.

Yo propongo hacerlo a solas.

Despejar un lugar.

Buscar el silencio adecuado.

(Siempre existe un silencio adecuado)

Encontrar nuestro sitio.

Aceptarlo.

Dejar cerca un vaso con agua.

Luz natural, si se puede.

Luego el harakiri.

Un pequeño harakiri.


IV.

Sin metal.

Sin filos.

Nada de eso es necesario.

Respire hondo.

Piense que una espada, no es obligatoriamente una espada.

¿Suena extraño?

Usted sabe de qué hablo.

Sea sincero (o sincera).

No me culpe a mí de sus desgracias.

Llore un poquito, si quiere, pero lo central no es eso.

Para llegar al interior no es siempre necesario rasgar la superficie.

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