lunes, 5 de abril de 2021

Nací con recuerdos que olvidé.


I.

Nací con recuerdos que olvidé.

Sin quererlo, los olvidé.

Tal vez por ocultarlos ocurrió de esa forma.


Nombres.

Imágenes.

Frases completas en idiomas extraños.

Esos recuerdos poseía.


Los tuve hasta cierta edad en que decidí callarlos.

De ese modo crecí, pensando que los mantenía ocultos.

Hasta que alguna vez quise sacarlos a la luz.

No importa ya por qué quise hacerlo.

Pero ya no estaban.


Entonces, consulté con otros a quienes les hablé de ellos.

Busqué dibujos en que los representaba.

Cosas de infancia, por supuesto, en las que yo nombraba hasta mi nombre antiguo.

Historias en las que era capaz de explicar el funcionamiento de máquinas, que nunca volví a ver.

Recuerdos olvidados, a fin de cuentas.

Nunca encontré nada.


II.

Nací con recuerdos que olvidé.

Tal vez cuando muera volveré a recordarlos.

Imagino que se superpondrán a los recuerdos de ahora.

Que buscarán correspondencias.

Y que de cierta forma forjarán una comprensión distinta.

Una comprensión real, espero.

Un acceso a un nombre íntimo.

Realmente propio.

Brillante y oscuro.

Único.


III.

Nací con recuerdos que olvidé.

Pero no olvido que los he olvidado.

En la ausencia que dejaron siento que se arremolina el aire.

Que mi sentido no se sostiene.

Que algo va a pasar, tarde o temprano, si sé esperarlo.

Nací con recuerdos que olvidé.

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