viernes, 16 de abril de 2021

Nadar en el río.


Ella quería nadar en el río.

Un par de veces se lo oí decir.

No explicaba para qué ni por qué.

Solo quería nadar en el río.

Lo decía mientras estábamos ahí, observando aquello.

Las piedras, el agua, los árboles… ya saben… todo eso que a veces se observa, en esos lugares.

Nos habíamos bañado ahí algunas veces, pero eso no contaba.

Incluso habíamos cruzado de un lado a otro.

Pero nadar, para ella, era otra cosa.

Supongo que algo similar a luchar contra el río, aunque nunca se lo pregunté, directamente.

Una vez en aquel lugar, no la encontré al despertar, y fui entonces a buscarla al río.

Tranquilo, dentro de todo, pues era algo que esperaba.

Algo que ella quería y ante lo cual, no podía presentar reparos.

La vi entonces, a lo lejos, caminando al otro lado del río.

Estaba sentada sobre una roca, con el termo que acostumbrábamos llenar de café.

¡Qué haces ahí…!, me gritó entonces, mientras saludaba.

¿Por qué estás al otro lado?

Yo la saludé también e iba a responder, pero entonces me di cuenta que no sabía qué decirle.

Avergonzado, bajé la vista y miré mis pies, que todavía estaban en el agua.

No quise volver, a levantar la vista.

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