viernes, 23 de abril de 2021

Pájaros carpinteros.


Tenía pájaros carpinteros, me dijo. O sea, tenía hartos tipos de pájaros más, pero yo recuerdo a los carpinteros. Y es que podías escucharlos todo el día golpeando algo. Ella los tenía en una jaula grande, con varios trozos de madera dentro, en los que podían picotear. Cuando los vendía, los entregaba en unas jaulas más pequeñas, en las que ponía unos adornos plásticos que simulaban una mesa de trabajo con herramientas de carpintería, y un tronco pequeño, a un costado, en que el ave seguía su eterno picotear. A mí me molestaba el ruido de los pájaros, pues acostumbraban golpear en horas poco apropiadas y a veces no te dejaban descansar. Ella, sin embargo, parecía no escucharlos, y además recalcaba que eran pájaros que se vendían muy bien, pues costaba encontrarlos fuera de la vida silvestre y la gente solía sorprenderse al verlos y quería comprarlos de inmediato. Debo admitir que el argumento de las ventas solía funcionar conmigo, pues no podía alegar contra aquello. Y es que, por ese entonces, yo solo trabajaba esporádicamente y casi no llevaba dinero a la casa. Que sigan picoteando entonces, solía decir yo, mientras ella me explicaba sobre ventas y futuros proyectos que incluían una tienda en el barrio alto y la adquisición de un nuevo permiso, que facilitaría las ventas de otros ejemplares. Futuros proyectos en los que yo no estaba, por supuesto.

Lo último que supe de ella, siguió, fue que abrió su tienda y ahora incluso tiene una cadena de pequeños locales, en distintos sectores se Santiago. Creo que ya no vende pájaros carpinteros, pero sigue especializándose en aves. A veces he pensado en ir a verla, pues ella misma atiende una de las tiendas, y podría ir fingiendo que quiero comprar un ave. Lo malo es que, si lo hago, es probable que deba comprar un pájaro, por compromiso al menos, y supongo que luego no sabría qué hacer con él. Y es que no sería capaz, por ejemplo, de dejarlo en libertad, pues ella me explicó que no estaban criados para sobrevivir fuera de la jaula. Y en la jaula, por otro lado, no es un sitio donde me gustaría dejar vivir a un ave. Por eso es que no he vuelta a verla, supongo, concluyó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales