jueves, 1 de abril de 2021

El que nada tiene.


Nada puede dar el que nada tiene.

Pero el que nada tiene no tiene tampoco comprensión, para entender aquello.

¿No se entiende…?

Miren a Picasso, por ejemplo.

Salvo en sus inicios, nada tuvo.

Nada tuvo y por consiguiente nada dio, a fin de cuentas.

Cientos de lienzos, dirán algunos.

Pero son cientos de lienzos con cientos de formas que adoptó el vacío.

Si hasta la desesperación fue perdiendo, con los años.

¡Pobre Picasso…!

Ridículo como su talento sin dirección alguna.

El genio en un pozo.

El genio para sí mismo.

La fiebre desperdiciada.

¿Qué sería si fuese un espectáculo?

Un drama para un espectador insomne.

Eso respondería, sin pensarlo.

¿Quieren saber cómo está?

¿De verdad les interesa?

Pues voy a ser directo:

Meando de espaldas, se encuentra.

Gritando por costumbre, se encuentra.

Aferrado a sí mismo.

Agobiado porque sí.

Llamando arte a todo aquello que lo aleja de su espíritu.

Así es como está el genio.

Gastando su vida como si fuese inagotable.

Equivocando el camino.

A medio morir.

Y comiendo las cáscaras.

¿Quieren un resumen?

Sin alma, Picasso, les digo.

¿Acaso no lo recuerdan…?

¿No recuerdan aquello que les dije en un principio…?

Nada puede dar, quien nada tiene.

Eso es lo que les dije.

Eso es…

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