jueves, 31 de diciembre de 2020

Tercera conclusión.



Algo que muere en tus manos.

Algo frágil que muere, porque no puedes hacer más.

Es de noche, pero el cemento está caliente por el sol de la tarde.

Hay objetos dispersos, cosas aplastadas, voces que hablan y se quejan.

Diciendo en medio de la noche que esto no debía pasar.

Me gustaría decirles algo, por supuesto.

Pero lo cierto es que, hasta la vida, pueda ser probablemente, algo que no debía pasar.

Lo que debía pasar es siempre algo inmóvil.

Algo imperturbable.

Eso pienso mientras algo frágil muere, en mis manos.

Mientras ocurre, busco en mí algo distinto.

Algo antiguo.

Una voz que era la mía y que habría tenido, sin duda, algo que decir.

Algo que también está un poco cálido, como el cemento, por el sol de la tarde.

O porque contiene algo, tal vez, que se niega a callar.

No lo esperabas, pero das entonces con esa única grieta.

Esa pequeña grieta que de cierta forma está también en tus manos.

En tus manos que sostienen algo frágil.

Algo que se mueve, de pronto, aunque no debía hacerlo.

Eso es lo que ocurre, y te sorprende de pronto, como una tercera conclusión.

Porque tú también morías sin saberlo con eso entre tus manos.

Y te pones de pie, nuevamente, porque no es el final.

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