viernes, 1 de enero de 2021

El rumbo de las cosas.


I. 

¿El rumbo que toman las cosas? 

No te engañes. 

Las cosas no se mueven por sí solas. 

No eligen, siquiera, una dirección. 

No te acompañan, digamos, si no las cargas. 


II. 

No existe el punto de partida. 

Todo es transcurso. 

Devenir. 

Instante. 

No existe el punto, sino un continuo. 

Ni siquiera existe una línea. 

Solo cuerdas, tal vez, si es que hay algo. 

Solo cuerdas. 


III. 

No eres otro. 

No eras otro. 

No serás otro. 

Te llevas puesto hasta que ya no puedes más. 

Hasta que tu peso es mayor que tu voluntad. 

Hasta que caes a tierra y te arrastra la tierra. 

Incluso entonces, no eres otro. 


IV. 

Nombra metas, si quieres. 

Has listas. 

Compra recuerdos. 

Toma fotografías. 

Nadie te impide hacer eso. 

Nadie te advierte que no lo hagas. 

Nadie salvo una voz en algún sitio que no identificas. 

Una voz que está bajo las cosas. 

Bajo las listas. 

Bajo los recuerdos. 

Bajo las fotografías. 

Tu voz, digamos. 

Un ruido. 

Una onda en una cuerda. 


V. 

¿El rumbo que toman las cosas? 

No te engañes. 

No existe el punto de partida. 

Todo es transcurso. 

Devenir. 

Instante. 

Nombra metas, si quieres. 

Has listas. 

Compra recuerdos. 

Toma fotografías. 

Nadie te impide hacer eso. 

Nadie te advierte que no lo hagas. 

Nadie salvo una voz en algún sitio que no identificas. 

Una voz que está bajo las cosas. 

¿La reconoces? 

Escucha esa voz. 

Busca oírla, aunque no comprendas. 

Acércate. 

Pregúntale tu nombre. 

No racionalices… hazlo así. 

Pregúntale tu nombre, no quién eres. 

Ese es el rumbo de las cosas.

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