jueves, 28 de enero de 2021

Arrugas.

Las enfermedades hacen su trabajo a escondidas, 
sus estragos a menudo no se ven. 


Las arrugas están siempre, me dijo, solo que al final afloran. No es que la piel se seque, se desgaste o que las células vayan muriendo. Todo eso son mentiras. Inventos que difunden los laboratorios que fabrican cosméticos y cremas para supuestamente corregir aquello. Si quieres creer eso, allá tú… pero lo cierto es que las arrugas están siempre. A lo mejor no lo expreso con las palabras exactas, o los tecnicismos o el lenguaje científico, pero al menos soy sincero y te lo digo sin ambigüedades: nacemos con arrugas. Están ahí, bajo la piel, todo el tiempo. Entre los huesos y la piel, más o menos. Lo que ocurre simplemente es que con los años salen a la luz. Se dejan ver. De a poco nos hacemos transparentes y las arrugas llegan a la superficie. Se disuelve la máscara que construimos, digamos, y entonces aparecen. Como el cuerpo de un muerto que flota sobre un lago. Así llegan a la superficie. O como las hormigas que aparecen cuando el tiempo es propicio. No te creas lo que dicen… Somos arrugaditos como pasas desde que nacemos. Solo que afloran como los muertos en el lago. Como la sangre tras la herida. O como la tristeza que se deja ver cuando alguien ha dejado de reír demasiado fuerte. Tal vez no me tomes en serio, pero yo sé de lo que hablo. Esa es mi verdad, no mi teoría.

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