martes, 12 de enero de 2021

En asientos separados.


Viajaron en el mismo avión, pero en asientos separados. 

No voluntariamente, por supuesto, sino porque no encontraron pasajes para asientos contiguos. 

Por un momento pensaron en pedir un cambio a las personas que se encontraban a su lado, pero finamente aceptaron la situación, sin querer complicarse con la situación. 

Ella se dispuso a leer un libro de Auster y él aprovechó de responder unos mails, desde el celular. 

Tras unas horas de viaje ambos pensaron en escribirse por whatsapp, pero no supieron qué decirse. 

Ella pensó que era mejor que él hablara primero, y él estaba un tanto molesto ya que la culpaba por la compra a última hora de los pasajes. 

El viaje fue tranquilo, como cabía esperar. 

Como el vuelo era de seis horas ambos decidieron intentar dormir un rato. 

Ella se fijó que él reclinó su asiento y se dispuso a hacer lo mismo. 

Como tuvo algún inconveniente su compañero de asiento le ayudó. 

Era un hombre de mediana edad, en el que no se había fijado demasiado. 

Cuando avisaron que estaban próximos al aterrizaje ambos enderezaron sus asientos y cambiaron su actitud. 

A ninguno de los dos les daba miedo el aterrizaje, pero lo cierto es que se ponían bastante tensos en ese momento. 

Él pensó en escribirle por whatsapp un breve mensaje para mantener la calma, pero luego pensó que ella se molestaría y decidió no hacerlo. 

El avión aterrizó sin problemas poco después y ambos bajaron por sus pasillos, hasta que se encontraron en la columna de bajada del avión. 

Caminaron uno al lado del otro, como dos desconocidos. 

Sintieron que habían llegado a un lugar completamente distinto.

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