lunes, 25 de enero de 2021

En todo lo demás era como cualquier otra.


En todo lo demás era como cualquier otra. 

Pero a ella le desagradaban profundamente las cosas que crecen. 

Lo encontraba antinatural, incluso. 

Si hablabas con ella te lo explicaba casi de inmediato. 

Lo hacía de forma sencilla, didáctica incluso. 

Sin darle muchas vueltas. 

Le desagradaban los cuerpos, por ejemplo. 

Los seres vivos. 

No por estar vivos, sino por crecer. 

Así lo veía ella, al menos. 

Así lo explicaba. 

Tejidos que formaban órganos y fluidos que aumentaban su volumen, decía. 

Lo explicaba con una mueca extraña. 

Y es que de cierta forma eso le daba asco. 

Imaginaba protuberancias, malformaciones. 

Veía el crecer como la primera etapa de la descomposición, como parte inicial del declive. 

Crecer como comenzar a pudrirse, recalcaba. 

Como no saber existir. 

Como una pérdida de equilibrio. 

Para ella un gusano envuelto en un capullo debía seguir siendo, al final, un gusano envuelto en un capullo. 

La belleza era permanecer, decía ella, pero pocos lo sabían. 

Por eso el arte, por ejemplo, era algo fijo. 

Y por eso el amor, entre seres vivos, no funcionaba en lo absoluto. 

Todo esto lo decía directamente. 

Sin buscar ofender, me refiero. 

Sin intentar atacar a nadie en particular. 

Solo prefería el silencio. 

La no-sensación. 

Las piedras. 

Te lo dejaba en claro apenas la conocías. 

En todo lo demás, era como cualquier otra.

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