miércoles, 30 de diciembre de 2020

Mi segunda conclusión.



Antes que el año termine. 

Debiese llegar a mi segunda conclusión. 

Pero como es una que implica cambios, pérdidas y otros asuntos. 

La postergo siempre un poco más. 

Tanto que me atraso y prefiero hablarlo así. 

Con puntos que cortan toda intención. 

Todo mensaje o confesión. 

Y toda forma de ser honesto. 

No soy así. 

No hago esto por cumplir. 

Sino porque lo sentía necesario. 

Porque era un compromiso. 

Porque tenía un valor que quería sostener. 

Esa es en parte una verdad. 

No una conclusión. 

Menos una segunda conclusión. 

Aspiro más bien a una segunda conclusión. 

A una calma que me es esquiva. 

A una comprensión que no veo ya desde ningún sitio. 

El mundo puede ser hermoso, pero es duro. 

Frío y extraño para quien busca realmente la comprensión del otro o una vida con sentido. 

Recuerdo una página en que estaban escritas, con una letra que ahora me es extraña. 

Frases cursis, por supuesto, pero probablemente verdaderas. 

Escribo esto a dos horas de la medianoche, mientras a cien metros un auto se estrella contra un muro. 

Alguien con más fe diría que es un llamado. 

Que debo acercarme. 

Que el caminar y dejar esto acá es, sin duda, la segunda conclusión.

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