jueves, 17 de diciembre de 2020

Dicen que una pregunta es un estímulo.


I. 

Dicen que una pregunta es un estímulo. 

Pero yo no acostumbro dar importancia a lo que dicen. 

No creo en las preguntas ni respuestas 
sino únicamente 
en las afirmaciones que hacemos de nosotros mismos. 

Falsas o verdaderas, 
poco importa, 
son aquello a lo que podemos echar mano. 

A lo que apunto es que no me motivan. 

No son un estímulo las preguntas. 

Nadie quiere realmente conocer mis respuestas. 

Preguntamos para escuchar sonidos, más bien. 

Secuencias de fonemas. 

Lo que dice alguien de sí mismo, tal vez… 

Sí… eso sí puedo aceptarlo. 

No creerlo, pero aceptarlo. 

Todo lo demás es farsa. 

Espectáculo, incluso, si es elaborado. 

Y daña, lamentablemente, si lo tomas demasiado en serio. 


II. 

Dicen que una pregunta es un estímulo. 

Que debiera acoger las consultas y esmerarme en contestarlas. 

Que en ellas puedo encontrar algo que tal vez se me escape. 

Esas cosas dicen. 

Yo, sin embargo, los escucho hablar y no comento. 

Y en tanto, los observo tropezarse una y otra vez. 

Caer enredados en sus propias palabras y golpear contra el piso. 

Producir ruidos sordos. 

Eso es lo que observo. 


III. 

Dicen que una pregunta es un estímulo. 

Eso dicen los que preguntan. 

Mientras, yo olvido qué preguntan y hablo desde cero todo el tiempo. 

Todo es siempre desde cero. 

Quien diga lo contrario poco comprende y debe caer en el juego. 

Los que caen en el juego terminan tendidos en el pido. 

Yo, en tanto, camino sobre ellos. 

Sin embargo, si soy sincero, no sé muy bien, a donde ir. 

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